Hemos podido leer en la
prensa comarcal que el Pleno del Ayuntamiento aprobó el pasado 30 de
abril solicitar la renovación del reconocimiento de Alzira como
Ciutat Amiga de la Infancia, y que los días 5 y 6 de mayo se
reunieron en paralelo las dos secciones del Consejo Municipal de
Niños y Niñas, los de Especial y Primaria y los de Secundaria.
Dos noticias esperadas, como se espera el paso
de las estaciones o que llegue la Navidad en diciembre y las Fallas
por Sant José. Como ya comenté hace unos meses, el Ayuntamiento
saca cuatro veces al año el florero del Consejo de Niños y Niñas, enjuaga las flores de plástico y lo pone en la mesa del salón de
plenos, para hacerle una foto con algún concejal o concejala, porque
la alcaldesa ni va.
No hay que repetir que este Consejo Municipal
de Niños y Niñas no tiene nada que ver con lo que se entiende como
Consejo de Participación Infantil, que se define como órgano formal
donde los y las menores de 18 años hacen valer su derecho de
participar, de ser escuchados y poder comunicarse directamente con
las autoridades municipales. Un lugar para aprender a convivir y
aprender la democracia participativa, en continua relación con el
conjunto de niños y niñas y adolescentes de la ciudad y de los adultos y sus
gobernantes.
Y esto, desde la reflexión personal y social
del “bien común”, para conseguir que niños y adolescentes, en
general y en pequeño comité, tengan la posibilidad de manifestar y
decidir cómo quieren que sea su ciudad, de la que son parte ahora en el
presente y lo serán en el futuro. Y los adultos, especialmente los
gobernantes, les reconozcan sus derechos y tengan en cuenta su
opinión.
Está claro que esto no es, ni de lejos, lo
que, trimestralmente, se hace cuando se sacan los floreros de los
Consejo de Niños y Niñas de Alzira. Ni se les hace caso ni se les
tiene en cuenta más allá de decir que pidan y vuelvan a pedir, como
si fueran vasallos de unos señores y señoras que sólo les quieren
para la foto. En lo que desde el Ayuntamiento siguen denominando
“Observatorio Infantil” (unas fichas con sugerencias, propuestas
o denuncias) se repiten como una letanía las mismas propuestas,
denuncias y sugerencias, sin que haya una aplicación real a las
políticas ni en los presupuestos municipales. Y no se conoce ninguna
evaluación ni contraste entre las necesidades y las demandas y los
resultados que pueden verse en las calles y en los programas de las
concejalías.
Para aspirar una ciudad a ser reconocida como
“Amiga de la Infancia” es necesario que haya un Consejo de
Participación Infantil pero hacen falta mas cosas como, por ejemplo,
tener un Plan Local de Infancia y Adolescencia, unos informes sobre
la situación de la infancia y la adolescencia en el municipio, unos
Presupuestos previstos y reales aplicados, una evaluación del
impacto que están produciendo las políticas que se aplican y una
coordinación interna y externa de los técnicos y políticos
responsables. Pero, además y también, una difusión en el municipio de
la Convención de los Derechos de la Infancia y Adolescencia a la
ciudad, una sensibilización de la población en cuanto a las
necesidades y derechos de niños y adolescentes y una colaboración
con otras entidades locales que trabajan para el infancia a
diferentes niveles.
Cuando en el Pleno de 2003 el Ayuntamiento de
Alzira acordó iniciar el proceso de reconocimiento como Ciutat Amiga
de la Infancia se apoyaba en unos planteamientos políticos
municipales de interés en la participación, recursos
presupuestarios y personales aplicados y actividades en marcha o
programadas. La primera solicitud de reconocimiento fue un inicio de
compromiso de que la Infancia fuera una prioridad para Alzira y, poco
a poco, fueron aumentando los programas y las realidades, con la
participación ciudadana, alternativas de ocio saludable, programas
en la radio municipal, integración de menores extranjeros, etc.
Más de 10 años después, aquello que se
explicó a UNICEF que se estaba haciendo y comenzando a hacer no ha
crecido ni ha empapado la política municipal alzirenya colocando a
niños y adolescentes como elementos centrales. Al contrario y peor
todavía, han ido desmontando despacio aquello que se empezaba
entonces a hacer, sin añadir alternativas ni plantear nuevas
actividades o programas de participación, ocio, sensibilización
sobre los Derechos de Niños y Niñas, medios de comunicación
locales, movilidad urbana, etc. Incluso, ni se ha protegido como
teóricamente haría falta a los menores porque no los afectan tanto
de cerca los efectos negativos de esta crisis económica con más
becas y ayudas de libros o de comedor, de actividades deportivas o
extraescolares o alternativas a los comedores escolares en las
vacaciones escolares, por ejemplo, que en verano las niñas y los
niños también comen.
Es una lástima, pero Alzira no es una ciudad
que se comporte ni esté en camino de comportarse como “Amiga de la
Infancia” y por eso me da vergüenza ver como vuelven a solicitar
el reconocimiento. Porque ahora no es momento de futuribles y
posibilidades, sino de evaluar la realidad actual y la lamentable
evolución de la política municipal en cuanto a los niños y
adolescentes en los últimos años. Y no es sólo cuestión de
falta de dinero y presupuestos sino de sensibilidad del gobierno
municipal y de las personas que lo conforman. Y esa sensibilidad de
cara a niños y adolescentes hace muchos años que ni está ni se la
espera.
Eduard Hervàs
Psicólogo
Psicólogo